Gestión de la atención en portería

El fútbol ha evolucionado de manera evidente en los últimos años. La preparación, recursos, instalaciones y conceptos deportivos con los que ahora cuentan los/as futbolistas y cuerpos técnicos se alejan mucho de los conocimientos y habilidades con los que contaban aquellos/as ídolos que recordamos con la camiseta embarrada y en blanco y negro.

Todo ello, ha generado así mismo un desarrollo del estilo de juego de los futbolistas, y uno de los puestos en los que se hace más evidente esta realidad, es en portería.

La posición de arquero, manteniendo sus características que lo diferencian del resto de posiciones y que hacen que el portero no sea un jugador más, es posiblemente la que más ha evolucionado en las últimas décadas. Tanto es así que numerosos estudios han demostrado que el tiempo en el que el balón está en posesión del portero es mayor que hace 50 años. Actualmente se pide una mayor contribución por su parte, siendo un elemento activo del juego. Además de tener el deber de “reforzar a sus compañeros desde la portería”, debe también mantener su posición en todo momento para una posible jugada de contraataque (Bustamante, 2016).

Por tanto, cabe imaginar que el rol de un(a) portero/a, conlleva una exigencia atencional muy alta durante los 90 minutos de juego, pero también muy variada ya que su participación conlleva tareas de diferente índole en función de la situación. Para responder a estas demandas cognitivas específicas propias de este puesto, el/la portero/a deberá estar constantemente chequeando su nivel de activación, y adaptando su atención de manera rigurosa a las diferentes exigencias de la situación competitiva, lo que le permitirá tomar buenas decisiones.

Gestionar y dosificar ese esfuerzo a lo largo de todo el partido, es posible a base de trabajo y entrenamiento mental. Comentábamos en artículos anteriores que todo es entrenable y, por supuesto, la gestión de la atención también lo es. En el caso de las/os porteras/os, una manera de minimizar el estrés, y reservar la capacidad atencional para atender a los elementos más importantes de un partido y  tomar buenas decisiones, es mediante la planificación atencional del plan de competición (PAPC a partir de ahora).

La PAPC de un(a) portero/a, debe tener en cuenta por un lado las situaciones de juego (periodos de pausa y periodos activos), y por otro lado, las diferentes zonas del campo que demandan un estilo atencional, una actitud psicológica y un nivel de activación determinado.

Veamos a continuación con más detalle cada una de estos apartados.

ZONAS DEL CAMPO

Resulta una obviedad afirmar que el peligro que el equipo rival nos puede generar es menor cuando el balón se encuentra en posesión de nuestros jugadores y en el área rival que en las botas de un contrario y a poco metros de la portería. Por ello, la atención del portero/a también debería ser diferente en cada situación según el peligro que el rival pudiera generarnos.

Una práctica adecuada podría ser la siguiente:

  • Dividir el campo en zonas en función de diferentes zonas de peligro.
  • Asignar un nivel de activación, un estilo atencional y una actitud psicológica adecuada a cada una de ellas que maximizasen las probabilidades de conseguir un rendimiento óptimo en dichas zonas.
  • Entrenar mentalmente y visualizar estos estados psicológicos en cada una de las zonas.
  • Poner en práctica dichos estados en los entrenamientos, hasta que se automaticen y salgan sin ningún esfuerzo y sin tener que pensar en ellos.

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PERIODOS DE PAUSA

Uno de los periodos, que más puede ayudar a mantener el rendimiento en el fútbol, son los periodos de pausa. El/la portero/a debería aprovechar esos momentos en los que el nivel de alerta es mínimo para realizar un proceso de pausa, valoración y gestión de su atención y emociones. En definitiva, para regenerar. A continuación, se proponen unas serie de pautas que desarrollándolas en el orden apropiado podría ser de gran ayuda en estos periodos:

  1. Chequear activación: valorar si la activación que en ese momento se tiene es demasiado alta, demasiado baja o se encuentra en un nivel óptimo.
  2. Regular activación:
    • En caso de que sea demasiado baja: animarse a uno mismo a activarse, alentarse y pensar esas palabras que normalmente usa para incrementar su activación.
    • En caso de que sea demasiado alta: relajarse mediante respiraciones largas y pensamientos que le lleven a tranquilizarse.
    • En caso de que sea óptima: animarse a mantener esa activación y repetirse lo bien que lo está haciendo.
  3. Refocalizar la atención: percatarse de la zona donde se encuentra el balón en ese momento y la fase del juego en la que se encuentra el partido y recordar el nivel de activación que debería tener, según lo trabajado en las Zonas del Campo.
  4. Autodiálogo positivo: acabar siempre este periodo de pausa con una frase o concepto que anime a uno mismo y ayude a afrontar la siguiente tarea de un modo positivo.

Estas sencillas pautas, ayudarían al portero/a a anticipar y automatizar cuáles serían los estímulos relevantes en una situación competitiva determinada, y esto le daría una mayor percepción de control y autoconfianza, favoreciendo su rendimiento y facilitando una buena toma de decisiones durante los 90 minutos de juego.

***

Fuente:

Bustamante, J.M. (2016). La psicología en los porteros de fútbol [Mensaje en un blog]. Decablogs. Recuperado de http://blog.futbol.decathlon.es/la-psicologia-en-los-porteros-de-futbol/

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